La historia de la luz eléctrica en Puerto Rico

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(San Juan, 10:00 a.m.) : Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Después del huracán María la magia de la luz se esfumó en Puerto Rico. La isla quedó a oscuras. Colapsó el sistema energético en su totalidad. El problema se ha ido resolviendo lentamente. Han pasado 111 días y aún quedan muchas familias sin el servicio de energía eléctrica.
“Hemos esperado demasiado para que se repare el sistema de energía eléctrica. Ya es un abuso. Son muchos los enfermos encamados, niños con asma, diabéticos que sufren”, indica Rolando Ortiz, alcalde de Cayey.
La administración municipal ha sido consistente en su lucha por restablecer el sistema eléctrico para Cayey. Los planteamientos, reclamos y acciones del primer ejecutivo cayeyano han calado profundo. Muchas son las voces que se han unido para que los municipios puedan organizar brigadas que colaboren con la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) con la ardua tarea de restablecer la electricidad que perdimos entre el 19 y 20 de septiembre del 2018, fecha en que nos azotó el huracán María.
El sistema eléctrico del país adolece de muchos males, el principal fue el abandono en que lo sumió la dejadez de los administradores de la AEE y la falta de responsabilidad de los gobernadores de turno.
Muchos son los que recuerdan otros tiempos cuando el sistema energético del país estuvo considerado como el primero en su clase en el Caribe. Pero ¿Cuándo llegó la electricidad a Puerto Rico? ¿Cuándo y cómo llegó a Cayey?
En el 1893 se instaló el primer sistema de alumbrado privado en Puerto Rico. Don José Ramón Figueroa lo estableció en el municipio de Villalba. Hasta 1915, cuando se inauguró la Central Carite, la energía eléctrica producida y distribuida en Puerto Rico era a través de compañías privadas. Las compañías estaban localizadas en los centros urbanos más importantes de la Isla. En 1893 se estrenó también el alumbrado público en San Juan con la instalación de ocho focos y 600 lámparas incandescentes en ocasión de una visita real a la Isla. La Sociedad Anónima de la Luz Eléctrica ofreció este servicio en San Juan por varios años .No es hasta el siglo XX que la energía eléctrica pasa de manos privadas a públicas.
La energía eléctrica llegó a Cayey debido a intereses económicos estadounidenses. Un consorcio estadounidense y canadienses organizaron el 21 de octubre de 1905, la Porto Rico Power and Light Company (PRPLCO). La PRPLCO fue autorizada a realizar negocios en Puerto Rico con un capital de 750,000 en acciones. En 1906 el Consejo Ejecutivo (miembros del gabinete del gobernador colonial) le concedió una franquicia a esta corporación para desarrollar el Salto Comerio con el propósito de general energía eléctrica. El Concejo autorizó la distribución y venta de esta fuerza energética a Bayamón y otros sectores y municipios como Martin Peña, San Juan, Manatí , Vega Baja , Toa Alta , Barranquitas , Aibonito , Coamo , Santa Isabel , Comerlo , Caguas , Rio Piedras , Cataño ,Carolina , Naranjito y Cayey y todos los pueblos del este .
Con el propósito de consolidar operaciones la Porto Rico Power and Light Company adquirió todas las Acciones de la Sociedad Anónima de la Luz Eléctrica y de la San Juan Light and Transit Company e hizo las gestiones pertinentes para vender a esta y a la Caguas Tramway Company la energía para sus tranvías. Estas dos últimas compañías, aunque operaban como unidades independientes pertenecían al mismo grupo de accionistas.
En 1915 un grupo de empresarios bajo el liderato de Miguel Meléndez Muñoz incorporaron en el Departamento de Estado la Cayey Light & Ice Company. La franquicia fue expedida a nombre del señor Meléndez Muñoz. Esta planta utilizó energía hidroeléctrica y motores de petróleo como fuerza motriz. El capital inicial de la compañía fue de unos 100, 000. Otros de los socios de la industria fueron: Mateo Rucabado, Heraclio Mendoza, Francisco Fernández y Francisco Rivera.
En 1925 el Municipio adquirió por compra la Cayey Light & Ice Co. y construyó otra planta hidroeléctrica por un costo de $15,500. El Municipio de Cayey adquirió la compañía a través de un empréstito de $280,000 para obras de los cuales asignó mediante ordenanza los $15,500 para la adquisición. La compra se efectuó el 12 de marzo de 1925 siendo alcalde Benigno Fernández García.
En 1942, se estableció la primera corporación pública para la producción y distribución de energía eléctrica en Puerto Rico bajo el nombre de “Autoridad de las Fuentes Fluviales (AFF). La utilización del agua fue la principal fuente para la operación de las centrales hidroeléctricas. La AFF se creó por la Ley 83 del 2 de mayo de 1942.
Concluida la Guerra en 1945 la Autoridad de las Fuentes Fluviales adquirió por compra dos generadoras de electricidad en el oeste de Puerto Rico, la Railway Light y la Mayagüez Light & Ice Company, ambas propiedad de la familia Valdés, dueños de la Cervecería INDIA.
La generación de electricidad a base de la utilización del petróleo se inició en 1950. Las generatrices hidroeléctricas y las centrales termoeléctricas pasan a segundo plano. La AFF se transformó en la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) el 30 de mayo de 1979.
La “nueva AEE” compró en el 1981 el sistema eléctrico propiedad del municipio de Cayey, poniendo punto final a los privatizadores independientes. Para esa fecha el sistema eléctrico solo suplía un 18 por ciento de la electricidad del municipio. Cabe señalar que salía sumamente costoso mantener el sistema por parte del municipio. Cayey dio la pelea por mantener su sistema privado, pero no pudo competir con la AEE.
La consolidación de la energía en manos de una agencia gubernamental estaba diseñada para potenciar el desarrollo socioeconómico del país. Estaba diseñado en producir energía a precios accesibles para todos. Algo falló. La politización de la agencia por los dos partidos dominantes, Partido Popular Democrático y Partido Nuevo Progresista, fue erosionando el propósito original de la AEE.
El monopolio energético en Puerto Rico ha sido un total fracaso debido a la corrupción gubernamental. Puerto Rico paga más que cualquier otra jurisdicción estadounidense por la producción y distribución de energía eléctrica. En vez de economía para el consumidor, la AEE se ja convertido en una sanguijuela insaciable que desangra a los consumidores. La AEE no proveyó cuidados apropiados a la infraestructura energética del país ni modernizó sus equipos; el dinero para esto fue desviado y convertido en salarios de los altos ejecutivos y el pago de asesores incompetentes. Esto tiene que cambiar. La AEE debe volver a su principio básico de producción energética a costos proporcionados para beneficio del pueblo.
Los puertorriqueños han experimentado un calvario en estos últimos cuatro meses con el colapso del sistema eléctrico. La alta gerencia de la AEE y el gobierno central le han mentido constantemente al pueblo puertorriqueño, sin embargo los empleados sindicalizados de la AEE han dicho la verdad desde el principio. “El problema no es la producción energética ni su distribución”, ha sentenciado Ángel Figueroa Jaramillo, presidente de la UTIER.
El celador y otros empleados de la AEE han defendido los intereses de los ciudadanos, al fin son parte del pueblo. Los altos gerenciales y los políticos han desgastado la imagen de la autoridad. El problema no son los empleados, ni la corporación, es la mala administración, la corrupción y la falta de un proyecto energético acorde a los tiempos. Es hora de exigirle a la alta gerencia de la AEE que cumpla con su deber, al final son nuestros empleados. La privatización no resuelve el problema, perder el control de la AEE sería escribir otro fiasco similar a la de la telefonía, solo los teléfonos antiguos funcionaron después del huracán María, lo demás colapso.
Defendamos nuestro derecho a energía a bajo costo y libre de combustibles fósiles. La AEE es nuestra propiedad.

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