Etnohistoria historiográfica de las Sociedades Indígenas Caribeñas
Etnohistoria
historiográfica de las Sociedades Indígenas Caribeñas
El
presente ensayo es un estudio
historiográfico de la
etnohistoria antillana.[1]
Para fines de este escrito definiremos etnohistoria como la rama de la historia
y de la antropología que estudia a las comunidades originarias de una
determinada región del mundo y su convivencia con otros grupos humanos, con la
complejidad política e identitaria que ello representa. Relacionada con las
nuevas corrientes históricas se ha enfocado también a las historias sociales
que han sido relegadas; así, etnohistoria de las mujeres, de las imágenes, de
los inmigrantes, entre otros. La conjunción de historia y antropología o
etnología, permite esclarecer el mundo del "otro", independientemente
de que éste se encuentre en el pasado o en el presente, se trate de un grupo
marginado o dominante, posea o no escritura como forma comunicativa y se
resguarde de la memoria. Para su estudio se emplean las herramientas de trabajo
de fuentes variadas: escritos primarios originales como escritura jeroglífica,
códices, crónicas, cartas de relación, etc.; escritos secundarios, textos
trabajados con base a las fuentes primarias y los documentos que a partir de ellas
han generado otros y otras investigadoras.
Desde
la visión antropológica, la etnohistoria es la ciencia encargada de la
reconstrucción histórico-cultural de los diferentes pueblos étnicos del mundo,
mediante la reconstrucción de la cultura y las formas de vida antiguas a través
de diferentes fuentes: los archivos, los códices, la historia.[2]
Para
efectos de este ensayo, hemos seleccionado tres autores para analizar como
ellos han contemplado las características de los indios antillanos. Estos son: Dr. Jalid Sued Badillo con sus escritos
titulados Etnohistorical research in the
Hispanic Carribbean e Indigenous
Societies at the time of Conquest ;
Dr. Franklin W. Knight con su ensayo The
Political Geography of the
Prehispanic Carribbean; y el Dr. Francisco Moscoso en su estudio Chiefdoms in the Island and the Mainland a
Comparation.
En
este ensayo estudiaremos como la etnohistoria complementa la historiografía
indígena del Caribe[3].
Contemplaremos como los autores seleccionados describen a los indígenas antes
de la conquista de los españoles. Se estudiarán las continuidades y
discontinuidades entre los autores. Las lecturas que se escogieron giran
alrededor de la visualización de diversas problemáticas de investigación en las
cuales se utilizó la etnohistoria como metodología para presentar el estilo de
vida de las sociedades indígenas en donde se puede contemplar que estos estaban
organizados tanto política, económica y socialmente y como estos elementos estarán
condicionado a la geografía. Tanto Sued Badillo y Moscoso analizan entre otros
aspectos la importancia del cacique. De los tres autores será Moscoso el que
nos presentará un estudio comparativo de gran ayuda para el lector ya que podrá
conocer otras culturas indígenas poco estudiadas en nuestro país.
Comenzaremos
con Jalid Sued Badillo en su estudio Ethohistorical
Research in the Hispanic Carribbean[4] en
el mismo se muestra un estudio sobre las diversas fuentes que permiten estudiar
las poblaciones aborígenes del Caribe a la llegada de los españoles en el 1492.
Empieza mencionando a los cronistas europeos que fueron censurados por siglos y
hoy son consideradas como invaluables fuentes primarias. Entre los cronistas
que menciona cabe señalar a Historia
general y natural de Indias de González
Fernández de Oviedo de 1851 e Historia de
India de Bartolomé de las Casas de 1875 al 1876.[5] Otro
aspecto que se destaca en dicho estudio es la referencia a las diversas
organizaciones públicas y privadas que han realizado investigaciones etnográficas.
Cabe señalar las entidades que se mencionan en la lectura tales como La
Academia Dominicana de la Historia y Rodríguez Demorizi Foudation que
realizaron publicaciones como Los
dominicanos y las encomiendas de indios en la isla española para 1970. Además,
menciona fundaciones tales como lo son García Arévalo Foudation y La Fundación
Cultural Dominicana, las mismas hicieron aportaciones a las disciplinas de la
arqueología y etnohistoria con publicaciones como Los Cimarrones de Maniel de Neiba: Historia y Etnografía para 1985
y Los guerrilleros negros: esclavos
fugitivos y cimarrones en Santo Domingo para 1989. Con respecto a Puerto
Rico, menciona la Fundación Arqueológica, Antropológica e Histórica que realizo
el primer simposio internacional de arqueología puertorriqueña para el 1971. En
cuanto a Venezuela menciona la Fundación Eugenio Mendoza que realizo una
publicación titulada Arte prehispánica de
Venezuela. Por lo que se refiere a Cuba, país de una gran tradición de
estudios etnográficos, utiliza los Documentos de Indias en los fondos de la
Academia de la Historia en el Archivo Nacional de Cuba.
Sued
Badillo nos plantea que a pesar de las excelentes investigaciones que tenemos
en la región caribeña estas no son altamente conocidas en otros países. Lo
antes dicho lo sustentó la historiadora chilena Claudia Zapata cuando estuvo de
visita en el Centro de Estudios Avanzados dialogando sobre las Teorías de
América Latina donde estableció que las investigaciones chilenas no salen de la
periferia con tanta facilidad por las dificultades con la divulgación de sus
estudios. No obstante, indica que el Caribe es una región que ha levantado
mucho interés al punto que estudiosos chilenos, entre ellos, Laura Stecher se
han embarcado a la investigación en esta zona, aunque en su país de origen el
Caribe no es contemplado como área de estudio.[6]
Al
finalizar el escrito, Sued Badillo enumera otras fuentes primarias para
estudiar la etnografía del Caribe. Entre algunos de los autores que menciona
cabe destacar: Cristóbal Colon, Pedro Mártir de Anglería, Hernando Colon,
Alejandro Geraldine y Antonio Herrera. A esto le añade la importancia de las
estructuras administrativas para estudiar la etnografía entre estas cabe
destacar el Archivo de Sevilla creado en el siglo XVIII del cual señala que
todavía queda mucho por mirar y por realizar diversas interpretaciones. Dicho
archivo resguarda los documentos que fueron generados por las instituciones
gubernamentales que administraban las colonias caribeñas y americanas entre
estas cabe mencionar la Casa de Contratación de Sevilla, Audiencias, gobiernos
locales y el Consejo de Indias.
Este
escrito de Sued Badillo es de vital importancia para los estudiosos de las
sociedades indígenas caribeñas y del tiempo colonial, ya que provee de manera
clara un punto de partida para reconocer los autores primarios que se deben
consultar y que son la base de cualquier estudio sólido. A esto se le añade la
presentación de las diversas organizaciones académicas que resguardan el
patrimonio histórico y que son fuente de publicaciones necesarias para este
tipo de investigaciones.
En
este ensayo se ve claramente los pasos para realizar etnohistoria. El investigador
se enfrenta a las fuentes documentales, como códices, lo que exige una
metodología, que comprende varias fases: primero se debe buscar y seleccionar
las obras y documentos necesarios para la investigación (heurística). Muchas
veces se habrá de enfrentar con textos antiguos, de ahí que se emplee la
paleografía para poder leer, comprender y transcribir estos documentos, ya sea
en forma literal, modernizada o realizar paráfrasis. Cabe recordar que para el
etnohistoriador son indispensables las metodologías de las dos disciplinas que
la integran , la historia y la antropología para integrarlas y manejarlas como
una sola unidad . Se conjugan el trabajo de campo y la comparación con grupos
vecinos . Además aprovecha los métodos de la lingüística , la arqueología y la
antropología en general .
No
cabe duda que la experiencia que tuvo el Dr. Jalid Sued Badillo de visitar el
Archivo de Sevilla fue una muy enriquecedora que le ayudó a nutrir sus escritos
de su experiencia en el uso y análisis de las fuentes primarias. Su
conocimiento en el periodo indígena se percibe en su forma de presentar el tema.
Él mismo afirma en el prólogo de La Mujer
Indígena y su Sociedad que todavía tenemos mucho que recopilar, corregir,
comentar y organizar antes de sentirnos seguros de nuestras intuiciones
teóricas".[7]
El
otro ensayo seleccionado del Sued Badillo The
Indigenous Societies at the time of Conquest presenta una aproximación a la
percepción errónea que han planteado de la cultura precolombinas a través de la
historia. Entre estas menciona la imposición de nombres como Taíno, Aruaco,
Caribe, con los mismos se empieza a realizar interpretaciones incorrectas de
las realidades sociales y étnicas de las diversas sociedades. De otra forma, se
ha visualizado a estas culturas como dóciles, caníbales y atrasadas en su
desarrollo. El autor entiende que hay que repensar el análisis que se ha
planteado de estas culturas y como crean una identidad que las diferencian de
las culturas altamente desarrolladas en América.
En
cuanto al aspecto de los sustantivos para llamar a las sociedades indígenas cabe
mencionar como lo contemplo Cristóbal Colón en el momento del encuentro con las
nuevas tierras al llamar a sus habitantes “indios” y esto así por creer que se
encontraba en la India. Ante esta aseveración podemos reflexionar un poco.
Primero si el llamado indio es una invención del descubridor entonces el indio le
pertenece. Por tanto, podríamos considerar que Colon descubrió al indio como
simple prolongación de la naturaleza. En ese sentido, fue el primer etnólogo
que recurrió a la idea de los “pueblos naturales”.
Claro
la percepción del primer viaje no es la del segundo. En el primero Colón se
presenta con un espíritu místico al lograr lo que él pudo haber considerado
algo imposible y en el segundo ya viene con afán de apoderamiento. Prueba de lo
antes mencionado es ver sus acompañantes: militares, sacerdotes y comerciantes.
Esto se puede entender como la guerra, la evangelización y las ganancias
materiales. Cada uno de estos personajes en su respetiva dimensión, seria al igual
que Colon, “un descubridor”. Este sustantivo es el que hemos repetido de
generación en generación. aunque en estos últimos tiempos se ha tratado de
hablar desde el punto de vista de los aborígenes. El apelativo de “descubridor”
llegó hasta España, ya que Colon llevo consigo las primeras muestras humanas,
prisioneros, podríamos decir, habitantes de las nuevas tierras. Estos fueron
utilizados como prueba de su logrado viaje y servirían para convencer a los
reyes de Castilla y Aragón de patrocinar su empresa.
Sued
Badillo presenta aspectos que distinguen las poblaciones antillanas. En primera
instancia, estas culturas se encontraban geográficamente asoladas de las
culturas desarrolladas de América, aunque se presentan rasgos como la lengua e
ideologías que datan de sus tiempos ancestrales dado a su realidad geográfica,
tenían que ser autosuficientes y proveerse así mismo lo necesario para su
subsistencia. También les proveyó una relativa autonomía, que permitió su
desarrollo social y político en ciertas regiones del archipiélago. En segundo
lugar, él plantea que el archipiélago era uno de los más densamente poblados en
el planeta. Él hace referencia mayormente a La Española y Puerto
Rico, donde la densidad demográfica era mucho más marcada en comparación a
Jamaica y Cuba. Por lo que en cierta forma concluye que había una correlación
entre densidad demográfica y un grado de integración política. En tercer lugar,
uno de los rasgos que identifica a estas culturas antillanas eran los
secuestros de las mujeres en incursiones a diferentes islas del Caribe. El
autor dice que hay que replantearse cuál era el motivo de estas incursiones y
secuestros. Antes se solía pensar que estas incursiones eran para reafirmar el
prestigio del cacique. Hoy día, el autor se inclina a pensar que era un
mecanismo parecido al matrimonio o al “guaytiao”, como medida de reforzar o
debilitar su parentesco. También el cacique necesitaba esposas, ya que ellas
hacían la función de consultoras en asuntos políticos y fortalecían el linaje.
El
autor enfatiza en el estudio de los cacicazgos y la organización social. En
donde, también establece, que existía una correlación entre densidad
poblacional y jerarquía social. Puerto Rico y La Española estaba en un estado
de avanzada en comparación a San Croix y Guadalupe donde no evolucionaron más
allá de la etapa tribal. Sued Badillo contempla la complejidad de los
cacicazgos en la medida de sus obras. Entre estas cabe mencionar la
construcción de carreteras, campos de pelota, diques y terrazas de agricultura.
Es decir, en la medida que se iba presentando elementos de progreso en dichas
Sociedades Indígenas en diversas áreas que los ayudaban a tener una mejor
sobrevivencia vista desde la infraestructura, el deporte y entretenimiento. Sin
olvidar observar las herramientas con los cuales se elaboraba el trabajo, las
cuales eran de piedra y madera. Cabe señalar las fuentes que utiliza el autor
para redactar dicho estudio entre estos utiliza a Bartolomé de las Casas,
Fernando de Oviedo y Andrés Morales. Se distingue en este escrito lo minucioso
que es nuestro autor a este mostrar tablas en las cuales muestra sus
argumentos. Entre esto cabe señalar la tabla en donde muestra los rituales que
practicaban para prepararse para la guerra demostrando que la docilidad taína
era simplemente un mito como nos han hecho creer desde niños.
En
términos de la metodología utilizada por Sued Badillo nos presenta una
etnografía educativa en donde describe los rasgos fundamentales de la interpretación
de lo ya realizado. Toda escuela interpretativa, de lo que va a preocuparse es
de indagar cómo los distintos actores humanos construyen y reconstruyen la
realidad social mediante la interacción con los restantes miembros de su
comunidad y para ello será indispensable tener en cuenta la interpretación que
ellos mismos hacen de los porqués y para qué de sus acciones y de la situación
en general.
En
el caso de Sued Badillo este es parte de la Nueva Historia. Recordemos que la
Nueva Historia constituye el análisis cuantitativo, la demografía histórica, la
prosopografía, el análisis del contenido, el uso de la historia oral y la
historia comparativa, historia de los marginados, mujeres, oprimidos,
desposeídos, negros, censurados, sin olvidar que se incorporan los estudios de
microhistoria, como practica historiográfica, tomó auge en la generación de la
década de los 70 que estableció nuevos modelos teóricos y metodológicos para
analizar la historia de Puerto Rico . Para dicha generación la historia social
fue parte fundamental del trabajo que iba a producirse. Otra de sus prioridades
fue examinar, con una óptica microscópica, los acontecimientos en un lugar
determinado.
En
el ensayo titulado The Political
Geography of the Prehispanic Caribbean del Dr. Franklin W. Knight[8], se
hace un acercamiento a la geografía del Caribe como un preámbulo para presentar
la realidad de las diversas culturas que poblaban la región. Su énfasis en la
geografía va dirigido a explicar cómo la topografía influenció directamente las
poblaciones indígenas en su desarrollo desde los primeros habitantes de la
zona. Entre las fuentes que utiliza se destaca el Diario de Cristóbal Colón, el cual es utilizado para destacar como
éste describe el ambiente natural del lugar en donde habitaban las sociedades indígenas
encontradas. Esto a su vez ayuda a explicar las diversas actividades cotidianas
que se realizaban, en donde se destaca la agricultura. También utiliza los escritos
de Bartolomé de las Casas. Examinando las fuentes, él determina que había un
aproximado de 50,000 habitantes en Cuba, casi medio millón en La Española y
algunos miles en Jamaica. El autor nos
presenta una aproximación de la población indígena en Puerto Rico hasta
adentrada la lectura donde se estima la población en unos 45,000 individuos.
Al
finalizar su exposición geográfica, continúa identificando las diversas
poblaciones encontradas en la región caribeña. Él identifica tres distintas culturas,
aunque encuentra similitudes entre ellas. Estas culturas son la Siboney o Guanahautebey,
la Arahuaca, y la Caribe. El autor, haciendo referencia a Cuba Before Colombus, escrito por M. R. Harintong para 1921, dice
que estas poblaciones pudieron haber cruzado por las Antillas menores hasta
Cuba, pero que no se han descubierto rastros arqueológicos en las islas al este
que evidencien esta migración. Por tal razón, el arqueólogo Irving Rouse, unos
de los mayores estudiosos de la arqueología antillana, descarto por un tiempo
esta teoría adoptando las migraciones por la Florida. No obstante, hallazgos
arqueológicos encontrados en Venezuela y Haití confirmaron las migraciones a
través de las Antillas Menores. A los Siboney los describe como la cultura más
simple de las tres predominantes. No tenían una complejidad artística, no hay
evidencia de rituales religiosos, no presentaban complejidad en la elaboración
de artefactos de guerra, etc. Simplemente se presentan como una sociedad oscura
en su record arqueológico.
El
autor dentro de la lectura solamente se refiere a la sociedad taína como la
Arahuaca. Tal vez tratando de ser lo más objetivo posible en cuanto al nombre.
Pero si presenta con gran detalle sus rasgos culturales en cuanto a su forma de
vida, religión, política, social, etc.
También presenta una correlación entre los arahuacos y las sociedades
indígenas provenientes de Bolivia y Venezuela por la similitud en el desarrollo
de su cerámica. Los presenta como poblaciones agricultoras, no militarizadas y
con una religión establecida representada por el cemí. Por primera vez en hace
referencia a Puerto Rico aludiendo a la presencia de parques de pelota en la
isla y en Cuba como función ceremonial. A diferencia de la lectura del Dr.
Jalil Sued Badillo, Franklin W. Knight presenta a los arahuacos como una
sociedad pacífica, dispuesta a ayudar, pero capaz de defenderse. Su economía
mayormente se basaba en la agricultura, pero hace mención de que la pesca era
una actividad secundaria para complementar su dieta diaria. Explica que la
sociedad se fundamentaba en una línea hereditaria matrilineal, donde el precio
por la esposa y la poligamia eran costumbres. De otra forma, reseña el papel
del cacique como uno el cual su liderato no era uno permanente, pudiendo ser
rechazado y ser elegido otro miembro de la tribu para ocupar el cargo. Por lo
que se presume que dentro de la cultura arahuaca había una flexibilidad social
interna.
Knight
presenta tres aspectos de evolución social que impactaron la sociedad futura de
la región. En primer lugar, propone la procreación entre españoles e indios,
que integraron las dos razas permitiendo que al final de siglo XVI, los
españoles le reconocieran algunos privilegios comunes. En segundo lugar, los
indios enseñaron a los españoles acerca de las hierbas, a cultivar tabaco,
papas, manís, calabazas, habichuelas y otros productos nativos. En tercer
lugar, la asimilación del lenguaje arahuaco en la lengua española. Palabras
como bohío, cacique, caney, conuco, guajiro, etc.
Cuando
aborda el tema de los Caribes, presenta primeramente las percepciones que se
han dado de esta cultura en particular. Entre estas percepciones se presenta al
Caribe como una sociedad temible, orgullosa, no más desarrollada que la
arahuaca, pero no tan simple como la Siboney.
En
términos metodológicos, Knight parte de comprender el comportamiento humano
inmerso en el lugar donde éste se desenvuelve y actúa para ayudarnos a comprender
como los indígenas estaban condicionados a la geografía. Lo antes expuesto nos
hace ver un posibilismo geográfico.[9] Lo
antes dicho se puede comprender si se conoce cuál es la metodología que usa
Franklin Knight la cual se conoce como systadialismo;
en la misma se propone ver la historia del Caribe trazándose desde una base
culturológica comparatista en donde se realiza por identificación y confrontación
de estadios o niveles de desarrollo. Por tal motivo no será posible analizar estadios
vacíos de historicidad. Tanto el historicismo clásico y el systadalismo
presentan en común un punto débil ya que ambas perspectivas metodológicas
absolutizan los movimientos generales de la Sociedad, la preocupación por la
esencia, en detrimento o al menos con insuficiente atención a los fenómenos
concentros en los cuales esas esencias se manifiestan. Se trata de trascender de
una visión elitista eurocentrística hacia una perspectiva más netamente
caribeña.[10]
Tanto
Sued Badillo como Franklin W Knight tienen puntos en común en donde ambos
describen las sociedades indígenas utilizando las crónicas que le sirven de
fuente primaria, pero aunando a ellas la etnohistoria que es la que nos permite
enumerar las características particulares de cada grupo. Otras ciencias
auxiliares utilizadas son la arqueología y la antropología. El uso de fuentes
de diversa índole lleva a que el trabajo sea más complejo y profundo. Ambos
autores coinciden en la importancia del Diario
de Colon para conocer los rasgos etnológicos de ellos. Esto lo realiza de
igual forma Agustín Stahl en su libro sobre Los
Indios de Borinquén. Entre las limitaciones
que podemos encontrar está que las crónicas fueron escritas por los europeos y
estos redactan según su visión y entendimiento de los hechos, en otras
palabras, vemos su interpretación. No sabemos con exactitud el pensamiento del
indígena, ya que no estamos viendo sobre su óptica sino como el extranjero los vio,
plasmando en el papel una interpretación que todavía seguimos usando hoy para
las investigaciones presentes. Otra limitación es la lingüística ya que hay
diferencias entre el idioma del conquistador y el conquistado. El cronista
cuando describe los rasgos indígenas, en muchas ocasiones dependía del proceso
de traducción al que sometía la lengua local. Sabemos que trataron de ser lo
más descriptivo posible pero no podemos precisar qué porciento de exactitud
había.
Otro
factor que encontramos en los autores utilizados es que estos no catalogan a los
europeos como héroes, actitud que se puede apreciar en la historiografía
tradicional. Por el contrario, la visión de la “nueva historia” iba dirigida a
presentar la historia de los grupos marginados por la conquista europea.
Ejemplo de esto son los comentarios de Ricardo Alegría, quien indicó que su
motivación para escribir su libro de Historia
de los Indios fue que a él lo educaron contándole la historia de los indios
como si estos hubiesen sido indios de Norteamérica. A lo ante dicho se puede
añadir lo que dice Mario Cancel y citamos:
Si
bien es cierto que los españoles generaron documentos sobre tainos, se debe
reconocer que los mismos estuvieron llenos de equívocos. La imagen del Taino en
los mismos, estuvo mediado por prejuicios culturales de los conquistadores. El
propósito de los documentos generados no era conocer a los tainos sino
facilitar su control y explotación como fuerza laboral.[11]
Los
autores presentados en este ensayo pretenden mediante la etnohistoria ampliarnos
lo que ya se ha estudiado de dichas sociedades. Por otro lado, no se puede
perder de vista como la historiografía ha elaborado el tema de las sociedades indígenas,
en especial a los Tainos. Esto nos los explica muy elocuentemente Sued Badillo
y citamos:
A
finales de los 70 y principios de los 80 la investigación del tema indígena se
enriqueció con los aportes teóricos de colegas cubanos, dominicanos,
venezolanos, por supuesto de colegas puertorriqueños, que buscaban urgentemente
como combatir el positivismo y su falta de perspectiva histórica y al desbocado
difusionismo que todo lo explica en términos de lo que vino de afuera y no de
los procesos de vida internos a la región. Importantes ejercicios y discusiones
teóricas -marxistas principalmente se publicaron y divulgaron ampliamente. Pero
hoy, a la luz de los nuevos aportes arqueológicos, de la extensa documentación
etnohistórica de que disponemos y del crecimiento y divulgación de la discusión
antropológica, claman por una revisión urgente de aquellos tempranos ejercicios
teóricos y sus hipótesis sobre las formaciones indio-antillano especialmente la taina.[12]
Continuamos
con nuestro tercer autor, Francisco Moscoso con un ensayo titulado “Chiefdoms
in the Island and the Mainland: A Comparation”.[13]
Este ensayo muestra un estudio detallado del concepto cacique, cacicazgo y sus
diversas interpretaciones desde el descubrimiento de América por parte de los europeos.
También realiza una comparación de las sociedades indígenas localizadas tanto
en Nicaragua como en Colombia.
El
comienza definiendo el término de cacicazgo y cuáles son los orígenes que lo
lleva a la definición que conocemos hoy. Parte de la conceptualización que
todas las sociedades indígenas se desarrollaron a partir de etapas y que no
todas se movieron a la misma vez. Entre las etapas que menciona están las
bandas, los clanes y las tribus, siendo la del cacicazgo la más avanzada. Moscoso
en términos metodológicos observó las características de las sociedades
indígenas desde el aspecto económico social; es decir, utiliza el materialismo
histórico para presentar características del mundo indígena caribeño. Al
categorizar en los cuatro estratos de desarrollo social se establecen las
diferencias entre los mismos, lo que a su vez le da al lector las herramientas
para poder conocer cómo eran estas sociedades indígenas y en qué estado se
encontraban.
Sobre
la categoría de cacicazgo debemos ver el origen del concepto presentado por
varios estudiosos. Entre otros hace referencia a la explicación dada por Juan
Augusto Perea y Salvador Perea, que dicen que la palabra Kassikoan, significa “vivir en” o “tener una casa”. También tomando
la definición de José Juan Arrom, donde él hace alusión a la palabra del
dialecto arahuaco Ka-siqua que
significa “con una casa”, “jefe de casa” o “casas”. Ambas definiciones nos
llevan a emprender que el concepto cacique tenía un valor de liderazgo que
estaba simbólicamente relacionado al poder que este tenía en la comunidad.
El
autor presenta algunas limitaciones al definir el concepto de cacique o de
líder cuando se define desde la concepción europea. Primeramente, los
conquistadores vieron al cacique desde una perspectiva feudal donde en el
sistema el líder tiene propiedad privada y autoridad jerárquica para subordinar
alguna población determinada. Esto contracta con lo que pudo ser un sistema
antillano de vida comunal, donde el cacique no acumulaba riquezas y el sistema
económico era repartido equitativamente entre la población. En segundo lugar,
el uso indiscriminado del termino cacique, cuando en otras partes de las
américas el termino autoritario se inclina más por un guerrero distinguido o un
jefe el cual recibe algún tipo de tributo por parte de sus subordinados. En
este caso, el autor utiliza el termino cacique en representación de un líder,
el cual no presenta ninguno de los dos problemas planteados anteriormente.
Moscoso
se plantea diversas preguntas para estudiar las características sociales de los
indígenas caribeños entre estas cabe destacar: ¿cómo surgen las
estratificaciones sociales?, ¿cuándo emergieron?, ¿cómo fueron caracterizadas y
cuáles eran sus roles? Es decir, nuestro autor va del todo a las partes para
entender las cualidades sociales y jerárquicas de las sociedades en estudio.
Además, Moscoso utiliza al igual que los otros dos autores los datos arqueológicos
y etnográficos. A él le sirvieron para describir las diversas clases sociales
entre los indígenas, la división de labores entre hombres y mujeres, los tipos
de productos agrícolas cultivados y animales cazados para su consumo. A su vez
plantea en qué consistía el trueque entre islas, aunque no se elaboraron
escritos que describieran esta práctica, la evidencia arqueológica brinda una
visión de qué productos consistía este tipo de comercio. Entre las referencias
que utiliza para este análisis, él recurre a los escritos de Bartolomé de las
Casas, Mártir de Angleria, Judge Alonzo Zuazo, Marzo Veloz Maggio, entre otros.
Las
otras sociedades americanas estudiadas, pero no a tan profundidad como lo hizo
con las antillanas, lo fueron la cultura Nicarao, nativa de Nicaragua, y la muiscas
de Colombia. La Cultura Nicarao, establece una diferencia en el sistema
tributario del cacique de la tribu. En contradicción con el cacique de las
Antillas, el jefe tribal recurría a un tipo de tributo pagado mayormente en
cacao, recogidos por una especie de recaudadores.[14]
También en su religión se ofrecían sacrificios para tener abundancia de frutos,
buen clima y victorias de guerra, lo que no era una práctica de las culturas antillanas,
pero si de las culturas Aztecas y Mayas. En cuanto a la cultura Muisca de
Colombia, las diferencias son el desarrollo del trabajo de la extracción minera
de metales y piedras preciosas. Pero también, el jefe tribal tenía una posición
dominante con privilegios como el cobro de tributos al igual que la cultura
Nicarao.
En
conclusión el autor plantea que hubo factores ecológicos y factores externos
que provocaron el movimiento social que estableció el lugar del jefe tribal o
cacique. Sin embargo, al él seleccionar tanto a las poblaciones taínas de las
Antillas Mayores, la cultura Nicarao de Nicaragua y la Muiscas de Colombia, se
denotan, tanto similitudes y diferencias, aunque los factores ecológicos y
externos hayan sido diferentes. Así que Moscoso utiliza la etnohistoria al utilizar
el método comparativo el cual le permite pasar de los estudios descriptivos a
dar una visión más completa de la sociedad. A este se le une el enfoque
diacrónico que se puede correlacionar a los cambios y continuidades de
elementos culturales de un grupo étnico y a la vez compararlo con otros.
Recordemos que una de las funciones más importantes de la etnohistoria es que
se ha caracterizado por la investigación de temas poco estudiados como la
formación y el devenir de terruños, la vida cotidiana, regiones, etnias.
Al
observar a los tres historiadores presentando las características de las sociedades
indígenas del Caribe podemos concluir que los tres han realizado un cruce entre
la etnohistoria y la historia. De lo cual Armando Marti Carvajal dice que por
su experiencia puede dar fe que para muchos historiadores "hacer etnohistoria
es un acto controversial".[15] Esto
es así ya que muchos historiadores no consideran a este tipo de investigación como
una de historia y presenta un ejemplo con Alfredo Jiménez Núñez, el cual indica
que "la etnohistoria es un método, parte de la investigación cultural al
mismo nivel que la arqueología y la etnología". Ante lo ya expuesto debe
quedarnos claro en qué difiere la etnohistoria de la historia. La etnohistoria
difiere de la historia propiamente, al añadir una “nueva dimensión”, el uso
crítico de conceptos y materiales etnológicos en el examen de las fuentes
históricas. La etnohistoria está compuesta de tres elementos o características
de estudio: (1) la cultura como sujeto de estudio; (2) la segunda
característica es el énfasis en el cambio sociocultural; énfasis que comparte
con la historia y la antropología; (3) el uso de métodos y materiales
históricos. Esto lo lleva a reconocer que esta aproximación demanda múltiples
competencias, cuando la preparación académica convencional sólo promueve una.[16]
No
cabe duda que estos tres estudiosos de las sociedades indígenas caribeñas llevan
a sus lectores por una peregrinación por las calles de la historia precolombina
caribeña en donde nos permitieron ver la importancia del líder de la tribu, es
decir el cacique. En el caso de Francisco Moscoso, este abunda y describe la
diferenciación entre tribus, clanes, bandas y sociedades más avanzadas llamadas
cacicazgos. A esto le añade el uso de la
metodología marxista .
La etnohistoria y el marxismo presentan puntos
comunes entre estos cabe mencionar discursos
e imágenes que cada uno construía del país . Ambos de dan énfasis en los
desencuentros y las contradicciones . Lo antes dicho deja ver claramente que la
cultura empiza a ser vista como un conjunto procesal y flexible de identidades
, estrategias y simbolos . Se refutan premisas como la continuidad estructural
o cognocitiva entre las culturas indígenas y el pasado prehispánico .
Las
lecturas nos plantea una ciencia etnohistórica capaz de analizar y reconstruir
las lógicas de organización social y cultural de los grupos étnicos que entran
en contacto con los europeos; privilegiando las cuestiones historiográficas y
epistemológicas que resultan del contacto e interacción entre las ideas
europeas y no-europeas del pasado; examinando y discutiendo la interpretación
de la historia social y cultural de los grupos no europeos a partir de
metodologías filológicas, lingüísticas y etnológicas; releyendo problemas
considerados como "antropológicos" -estructuras simbólicas, prácticas
rituales, relaciones de parentesco, etnogénesis- a la luz de la consideración
histórica de fuentes escritas. Pero, sobre todo, que pueda brindar herramientas
para situarnos críticamente frente al presente -convulsionado por los choques
culturales y los enfrentamientos étnico-religiosos- y, también, frente al futuro.
Se
destaca asimismo el tratamiento de los problemas epistemológicos, teóricos y
metodológicos generales de la etnohistoria con una intención pedagógica, que
busca promover en el lector una actitud no sólo de reflexión sino también de
aprendizaje en el modo de abordar y pensar, suministrando observaciones
prácticas acerca de cómo organizar y llevar a cabo una investigación de tal
índole.
Otro
recorrido que se realiza al leer estas lecturas es la aportación
historiográfica que realizan los tres autores en estudio que, al partir de un
mismo tema toman diversas vertientes. Por el lado de Francisco Moscoso se puede
observar la influencia del materialismo histórico como base teórica. En cuanto
a Knight, este presenta sus argumentos desde un contexto geográfico y utilizando
el método systadialista. Por último, Jalil Sued Badillo utiliza los estudios de
los Annales, en donde se combinan elementos de la arqueología, la paleografía y
la historia para realizar un escrito que es una joya para comenzar a entender
los temas indígenas. Entendemos que todavía hay mucho por hacer y más desde las
miradas hibridas que nos permite realizar la etnohistoria al unirse con otras
ciencias y logrando establecer espacio para realizar nuevas reflexiones que son
parte vital para el desarrollo historiográfico.
Bibliografía
Jalil Sued Badillo, “Etnohistorical Research in the Hispanic Caribbean”, General History of the Caribbean, Vol.
1: Autochtonous Societies (Londres: UNESCO
Publishing y Macmillan Education Ltd., 2003)
Jalil Sued Badillo, “The
indigenous societies at the time of the conquest,” General History of the Caribbean, Vol. 1: Autochtonous Societies (Londres: UNESCO Publishing y Macmillan
Education Ltd., 2003), capítulo 7, 259-274.
Franklin W. Knight. The Caribbean:
The Genesis of a Fragmented Nationalism, cap. 1: “The Political Geography
of the Pre-Hispanic Caribbean”, 3-26
Francisco Moscoso, “Chiefdoms in
the Islands and Mainland: A comparison”, General History of the Caribbean, Vol. 1: Autochtonous Societies, capítulo 8, 292-315.
[1] Desde principios del siglo
XX se ha usado el término Etnohistoria; no obstante, es comenzada la década de
1950 cuando se generaliza el mismo y es utilizado con mayor frecuencia,
particularmente en la antropología cultural, necesitada ésta de despegarse de
los análisis impuestos desde la perspectiva sincrónica e incorporar la
temporalidad y entender así los procesos de cambio que se operan en las
sociedades.
[2] Lorena Campo, Diccionario básico de antropología, Editorial
Abya Yala, 2008, pág. 32.
[3] Mario Cancel define Historiografía en su Blog Historiografia Invencion de la Memoria como : el
término Historiografía contiene el sufijo de origen griego “grafi”, concepto
que posee el doble sentido de “escribir” o “describir” un objeto de
conocimiento. En la Modernidad, Historiografía tiene el sentido del estudio de
la historia como objeto cognoscible. Desde una perspectiva amplia, la
Historiografía se ocupa de estudiar la forma en que se articulan los relatos y
las narraciones lo mismo en el territorio de la historia oral como en el
de la historia escrita.
[4] Jalib Sued Badillo nació
el 29 de noviembre de 1941 en el municipio de Patillas. Obtuvo su bachillerato
en Ciencias Políticas de la UPR en 1963, la maestría en 1969 en Ciencias
Políticas y Sociología de la New York School for Social Research y su doctorado
en historia de España en 1989 de la Universidad de Sevilla. Además de su
trayectoria como investigador y profesor ha escrito varias obras de carácter
antropológico e histórico entre las que destacan: La Mujer Indígena en su Sociedad (1975 - del mismo se ha realizado
varias ediciones). Otros de sus libros son Los
Caribes Realidad o Fabula (1978), Guayama
Notas para su Historia (1983); Cristóbal
Colón y la Esclavitud del Indio en las Antillas (1983); Puerto Rico Negro (1989); La Pena de Muerte en Puerto Rico, Reflexión
Histórica (2000); El Dorado Borincano:
La economía de la Conquista, 1510-1550 (2002).
[5] Los años aquí presentados
se refieren a las fechas de publicación y no a las fechas en que fueron
escritos.
[6] Claudia Zapata y Lucia
Stecher, Teorias de America Latina, Conferencia
ofrecida en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 19 de marzo
de 2016.
[7] Jalid Sued Badillo, La Mujer Indígena y su Sociedad, Editorial
Antillana, Rio Piedras, Puerto Rico 1979.
[8] Primer historiador negro de
la facultad en ganar la titularidad académica en la Universidad Johns Hopkins,
de origen jamaiquino. El Dr. Franklin W. Knight es importante en la historia
afroamericana de la Universidad. En 1973, el Dr. Knight se unió a la facultad de
Hopkins como parte del Programa de Historia y Cultura del Atlántico reconocido
internacionalmente. Desde ese momento sus intereses académicos y de enseñanza
se han mantenido centrado en la política, las culturas y las sociedades de
América Latina y el Caribe, así como sistemas de esclavos americanos. Ha
publicado numerosos libros, incluyendo El
Caribe: La génesis de un nacionalismo fragmentado (Oxford, 1978; 2ª
edición, revisada 1990), El Caribe
moderno, coeditada con Colin A. Palmer (Universidad de Carolina del Norte
Press, 1989), Las sociedades esclavistas
del Caribe (Macmillan, 1997) y Las
Casas: una introducción, Mucho abreviada, de la destrucción de las Indias
(Hackett, 2003), por nombrar sólo algunos. Sus últimas publicaciones, Culturas del Caribe y Sociedades
Contemporáneas en un contexto global,
co-editado con Teresita Martínez-Vergne, fue publicado en 2005. Sus análisis de
la historia y la política de América Latina y el Caribe han ventilado en la
National Public Radio, la Voz de América, la British Broadcasting Corporation,
el Informe de McNeil / Lehrer, C-SPAN y una serie de programas de radio y
televisión locales.
[9] Posibilismo geográfico o
voluntarismo geográfico son denominaciones de la escuela geográfica y la
orientación metodológica de la ciencia geográfica que nace por oposición al
determinismo geográfico. En esta vertiente se entiende que las relaciones entre
los grupos humanos y el medio ambiente surge de la explotación de la naturaleza
por el hombre en función de las técnicas y las elecciones que hacen los propios
hombres que las desarrollan. Fue el historiador francés Lucien Febvre el que
acuñó el término "posibilismo" para caracterizar el método
desarrollado por el geógrafo, también francés Vidal de la Blache. La rivalidad
nacional entre Francia y Alemania, mantenida a niveles dramáticos entre 1870 y
1945, implicó la presentación de su propuesta como la de la "escuela
francesa" en oposición a la de la "escuela alemana". En realidad,
la alternativa teórica entre posibilismo y determinismo estaba presente en el
pensamiento occidental desde Estrabón, que ya observaba el papel activo de los
grupos humanos sobre su medio ambiente.
[10] Ana María Mateo Palmer y
Luis Álvarez, El Caribe en su discurso
literario, Editorial Siglo Veintiuno, Mexico, 2004, pág. 33.
[11] Mario Cancel . Blog
Invención de la Memoria . Recuperado 15 de abril del 2016 .
[12] Jalid Sued Badillo,
Juan M Delgado. 500 años de Encuentro o
Resistencia. Comité de Acción Social Ecuménico Puertorriqueño, Inc. Cayey,
Puerto Rico, 1991
[13] El Dr. Francisco Moscoso
es un destacado historiador de los procesos políticos, económicos y sociales
que intervinieron durante el descubrimiento, conquista y colonización de Puerto
Rico en el periodo comprendido entre los siglos XVI y XIX. Su labor
investigativa se ha caracterizado por acercamientos a temas poco estudiados o
revisados por la historiografía. Entre sus libros figuran La sublevación de los vecinos de Puerto Rico 1701-1712 (2012), Caciques, aldeas y población taína de
Boriquén. Puerto Rico 1492-1582 (2008) y el ensayo La revolución puertorriqueña de 1868: El Grito de Lares (2003); publicados
por la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
[15] Armando Marti Carvajal . Historia
, Antropologia y Etnohitoria. .Una relación entrecortada. Disponible en: http://www.metro.inter.edu/aegh/pub_issue.asp?categoria=profesores. Recuperado el 10 de abril
del 2016.
[16] Ibem página 6
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