Generacion del 50 : Forjadores de la Historia en Puerto Rico .
Generación
del 50: Forjadores de la Profesionalización de la Historia en Puerto Rico
En el afán de buscar un nuevo porvenir la
generación del 50’ realiza grandes
cambios para la isla de Puerto Rico en
todas las áreas del saber sin dejar la
historia la cual con la ayuda de las generaciones
anteriores y tomando particularidades y sus pensamientos les ayudaran a cosechar frutos fraguados en luchas y esfuerzos que se dieron en un tiempo
que aunque lejano es parte de nuestro presente. Es por ello, que el objetivo de
en este ensayo es conocer los
principales exponentes de la historiográficos puertorriqueña de la generación del 50’e identificar las
características de la escuela historiográfica y sus corrientes. El propósito
del mismo es ayudar a comprender como la generación del 50 fue un preámbulo de
la profesionalización de la historia como disciplina de estudio en Puerto Rico.
Contexto
Histórico a Nivel Mundial:
La
generación del 50 está enmarcada en un mundo en crisis: Japón ataca a Pearl
Harbor, (Hawái, 1941), lo que provoca la entrada de los Estados Unidos a la
guerra más cruenta que haya tenido la humanidad; no solamente son las
atrocidades del holocausto judío[1]
sino que se conocen los horrores
causados por el lanzamiento de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki (1945); el
fin de la guerra no implicó la llegada de la paz. Una nueva guerra surgió, una
donde los dos principales protagonistas no lucharon directamente pero si
establecieron las pautas de guerra en el resto del planeta; la llamada guerra
fría entre Estados Unidos y Rusia (1947-1989).
Todos
estos acontecimientos sirvieron de antesala para la creación de una atmósfera
de enfrentamientos políticos, ideológicos, económicos y sociales que afectaron y
moldearon a la generación del ’50, estableciendo de ella unas particularidades
que veremos más adelante.
Contexto
Histórico en Puerto Rico
En el 1940 sube al poder el Partido Popular Democrático
con este ocurren cambios económicos y sociales que marcaron un momento
histórico en Puerto Rico con la figura
de Luis Muñoz Marín, como presidente del
senado y desde allí se catapultó a la
gobernación.[2]
Es en esa década que comienza la transformación de Puerto Rico: de una sociedad
agrícola a una industrial con el Proyecto Operación Manos a la Obra[3].
Proyecto que inicia el proceso de emigración del campo a la ciudad. Dentro de
este proceso se dan dos fenómenos de importancia histórica-social: el desarrollo
de los arrabales, y la emigración a New York.[4] Estos
nuevos cambios llevan al país a crecer económicamente, no obstante, se empieza
la pérdida de valores morales y sociales[5].
Políticamente hablando, en 1946 se funda el Partido Independentista; Luis Muñoz
Marín se convierte en el primer gobernador electo por el pueblo puertorriqueño
(1948); resurge el sentimiento nacionalista. En este último punto se destaca la
revuelta nacionalista del 30 de octubre de 1950, donde se incluyen ataques a la
Fortaleza, en San Juan y a la Cámara de Representantes en Washington. A pesar
de esto, se proclama en 1952 el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.[6]
Julio Muriente describe el Estado Libre Asociado de la siguiente forma:
“El proceso de transformación económica y social de Puerto Rico
demandaba un cambio en la situación política del País, acorde con la nueva
situación industrial que iba sustituyendo a la menos lucrativa plantación
azucarera. La intención no sería alterar la condición de subordinación
colonial, sino promover cambios que dieran la impresión de que en efecto el
colonialismo había quedado atrás a favor de una relación de asociación entre
iguales, eminentemente democrático”[7]
Fue un proceso que se dio paso a paso para llegar a la
creación del Estado Libre Asociado. Enumeraremos los pasos cronológicamente. En
1943 se creó un comité Presidencial para estudiar la posibilidad de conceder a
los puertorriqueños el derecho a elegir el gobernador del País. El 25 de junio
de 1946 el presidente de Estados Unidos designo a Jesús T. Piñeiro, hasta
entonces Comisionado Residente en Washington, como primer gobernador
puertorriqueño.
En 1947 el Congreso enmendó la Ley Orgánica de Puerto
Rico, de manera que se permitiera al pueblo puertorriqueño elegir por vez
primera a su gobernador. Tal y como era el interés de Washington. En las
elecciones generales de 1948 fue electo a ese cargo Luis Muñoz Marín, dirigente
máximo de PPD.
El 4 de julio de 1950 el presidente Harry S. Truman
firmó la ley 600 del Congreso, con la cual se iniciaba el proceso que
conduciría a la elección de una Asamblea Constituyente en Puerto Rico al año
siguiente, con la seguridad previa de que la misma no alteraría la relación de
subordinación existente.
El seis de febrero de 1952 la Asamblea Constituyente
aprobó una constitución. Es importante mencionar que tres cuartas partes de los
miembros de esta asamblea eran parte del PPD y el restante pertenecía al
Partido Estadista Republicano (PER). La tercera fuerza política, el Partido
Independentista Puertorriqueño (PIP)
rehusó participar en dicho proceso. Al mes siguiente la misma fue refrendada
por voto popular mayoritario. Posteriormente fue aprobada por el gobierno de
Estados Unidos, tras eliminar algunas de sus
partes.
El 25 de julio de 1952, coincidiendo con el 54 aniversario
de la invasión militar estadounidense contra Puerto Rico, se fundó el Estado
Libre Asociado. Ese mismo año fue reelecto gobernador Luis Muñoz Marín y el PPD
arrasó en las elecciones.
En 1953 la delegación estadounidense ante la Asamblea
General de la ONU radicó una resolución en la que reconocía al ELA como una
forma nueva y superior de relación política entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Este nuevo estatus fue considerado una especie de asociación, que según el
texto de dicha resolución y daba fin al colonialismo vigente hasta entonces. La
ONU aprobó por escasa mayoría la resolución 748(VIII), que por así decirlo
bendijo al nuevo status ante la comunidad internacional como pretendido símbolo
del fin del colonialismo de Puerto Rico.[8]
Importancia
de la Universidad de Puerto Rico para la generación del 50.
La
Universidad de Puerto Rico, recinto de Rio Piedras, como centro universitario
principal de la Isla, es la institución seleccionada para el desarrollo
académico del estudio de la Historia. La fecha clave para esto es el 1943,
época en que esta la efervescencia del muñocismo. En el año antes mencionado se
crea el Departamento de Historia, el cual estuvo dirigido por Arturo Morales Carrión.[9] Claro
está, anterior a esta fecha se enseñaba historia dentro del currículo del Departamento
de Ciencias Sociales, específicamente desde el 1929, en donde se destaco Pilar
Barbosa, la cual desarrolló una prolífera obra. Entre sus publicaciones se
destaca: De Baldorioty a Barbosa (1957);
La Comisión Autonomista de 1896 (1957);
El ensayo de la autonomía (1975); y La historia de Pacto Sagastino (1981).
Estos escritos los realizo basados en los archivos epistolares de su padre el
Dr. José Celso Barbosa, los del Dr. José Gómez Brioso y el Lcdo. Manuel Rossy.
Su marco teórico estaba trabajado desde un punto de vista Positivista el cual
en la generación en estudio es una constante.
Recordemos
que el Positivismo estudia la realidad basada en los hechos que pueden ser evidenciados. Su metodología
nos acerca a la utilizada en las ciencias naturales aplicándola a las ciencias
sociales. Su máximo representante fue Augusto Comte. El positivismo como
filosofía utilizada en el estudio de la historia surge en el siglo XIX. El
pensamiento de Comte se puede resumir en esta aseveración, “conocer para prever
para proveer”. Para el Positivismo la ciencia es fundamental. Basándose en lo
real, útil, certero, preciso y organizado.
María de los Ángeles Castro en su ensayo: “De Salvador
Brau a la “novísima” nueva historia: Un replanteamiento y una crítica de la
misma” describe la metodología de la generación del 50 puertorriqueña y
citamos:
En Primer lugar debemos destacar el concepto positivista de la historia
y la metodología científica que le es propia. Sus versiones históricas se
apoyan en fuentes primarias, principalmente en papales oficiales del Estado y
periódicos y en una notable erudición. El reclamo de la más absoluta
objetividad conlleva implícitamente la
creencia de que existe solo una historia, la verdadera, y les impide orientar
sus trabajos con hipótesis previas. Las fuentes “conducen” la investigación y
arrojan los resultados objetivos.[10]
Otro
gran logro de la generación del 50, gestado desde la Universidad fue el Centro
de Investigaciones Históricas (CIH) el cual empezó a funcionar en el año
académico de 1946-1947. La idea de crear un centro de Investigaciones Históricas
surgió de Arturo Morales Carrión.
El
Centro de Investigaciones Históricas buscaba crear un lugar de documentación
que al momento de su origen no existía. El mismo ayudará a darle luz a la
oscuridad que existía en las páginas de nuestra historia. El CIH será como un
trueno que le dará fuerzas a la profesionalización de la historia. Posterior a
la organización del CIH se lograran traer documentos a la Isla que estaban en
Estados Unidos. El CIH y luego el Archivo General serán los ojos para
documentar nuestra historia.[11]
Los logros antes mencionados están unidos a personas
que pusieron su esfuerzo y su dedicación en los mismos.
Forjadores
de la Historiografía de la Generación del 50
Los
forjadores de la generación en estudio fueron el resultado de un grupo de
estudiosos egresados de la Universidad de Puerto Rico de Rio Piedras, los
cuales acudieron, para sus estudios graduados, a universidades a Estados
Unidos, España y México durante las décadas de 1940 y 1950; entre estos: Arturo
Morales Carrión, Luis Díaz Soler, Isabel Gutiérrez del Arroyo, Aida Caro Costas,
Luis E. González Vales y Ricardo Alegría. El énfasis de las publicaciones de la
mayoría de ellos recayó en la historia institucional. Sus acervos documentales
estaban en España, Gran Bretaña y en menor grado en Estados Unidos y
Latinoamérica.[12]
A continuación mencionaremos los autores y algunas de sus obras más
prominentes, continuidades, discontinuidades y su metodología.
La historiografía puertorriqueña del 50 se enriqueció
con varios escritores entre estos se distingue Arturo Morales Carrión. Entre su
obra, la cual es extensa, se encuentran estudios sobre la esclavitud como el
libro: Auge y decadencia de la trata
negrera en Puerto Rico 1820-1860. Esta obra afirma lo antes mencionado que
uno de temas de estos historiadores eran las instituciones. Este libro es un
estudio sobre cuatro décadas decisivas en el transcurso de la ignominiosa
institución de la esclavitud en Puerto Rico. Presenta los factores que iban
manifestándose y tomando presencia en la lucha y la oposición contra el tráfico
negrero tanto en el ámbito internacional como en el marco isleño. Nos describe
toda gama de manifestaciones políticas, sociales, económicas en Puerto Rico que
finalmente llevaron unos años mas tarde a la total abolición de la esclavitud. También
debemos ver que sus escritos fueron utilizados en nuestras escuelas, hacemos
referencia a su libro: Historia del
Pueblo de Puerto Rico: desde sus orígenes hasta el siglo XVIII. El libro se
redacto por una petición de Mariano Villaronga, en tiempos en que este ocupaba
la Secretaria de Instrucción Pública de Puerto Rico. El objetivo del Secretario
era dar un estimulo y vigor a la tradición cultural del país. El libro subraya la formación social, los
hábitos y las costumbres que configuran lentamente al pueblo puertorriqueño. El
escrito está enmarcado en el ámbito Antillano y en el drama de América y de la
cultura occidental.
El
autor realiza un comentario en la contraportada el cual nos llama la atención,
ya que muestra unas preocupaciones e inquietudes a los lectores que citamos a
continuación:
“Ojala que ni aburra al estudiante, ni confunda al
maestro, y que el lector adulto encuentre en ella algo del sabor inconfundible
que tienen las cosa nuestras”[13].
El libro como texto escolar tiene unas limitaciones,
entre estas podemos incluir que no tiene láminas, carece de actividades que ayuden
a que los estudiantes puedan reflexionar, evaluar y analizar la obra. El marco
teórico que utiliza es el Positivismo, lo cual no facilita al joven estudiante
el entendimiento de la obra. Al leer como el autor elabora el elemento occidentalita
en la obra vemos que se respalda la visión de Jaime Benítez, defensor del
occidentalismo en la Universidad de Puerto Rico, en la cual fueron colegas y
tuvieron la oportunidad de presidir. Un dato curioso de este libro es que no
posee bibliografía. Consideramos que tomando en cuenta el propósito por el cual
el texto estaba escrito, que era para jóvenes de escuela superior, el escrito
no ayudaba a los maestros a motivar a sus alumnos. No obstante la obra tiene un
material muy completo, el vocabulario es sencillo, pero no es atractivo. Eso no
quiere decir que la obra no tenga valor, ya que al igual que otras de sus
obras, esta es una excelente referencia para los estudiosos de la historia de
Puerto Rico. No obstante, es una lectura pesada para los estudiantes que
tuvieran que utilizarla.
Otro
libro de Arturo Morales Carrión, el cual labora temas que no se habían
estudiado antes es: Puerto Rico y la
lucha por la hegemonía del Caribe: Colonialismo y contrabando siglos XV-XVII.
Esta obra fue la tesis doctoral del historiador, fue redactada originalmente en inglés, la
traducción se realizo en 1995. El libro está muy bien organizado en términos de
la línea del tiempo que el autor plantea en el titulo que va muy acorde con el
contenido de la información. Lo interesante es que enfoca a un Puerto Rico totalmente
distinto al que la historia oficial presenta en el sistema público de la Isla.
Morales Carrión hace referencia a la necesidad de que la isla entrara en
comercio clandestino con otras colonias caribeñas por las restricciones que
hace la Corona Española. Los imperios holandés, inglés y francés aprovecharon
la posición geográfica de Puerto Rico para establecer contactos, ya sea por
comercio ilícito o contrabando. Es decir, se reafirma la existencia de
interacción entre las isla caribeñas. Esta investigación demuestra que el siglo
XVII no había sido totalmente estudiado, claro hasta el momento que el autor
redacta. En síntesis el autor le da énfasis al vacio investigativo-histórico de
nuestra historiografía como uno necesario para nuestro conocimiento. En
términos metodológicos permea la línea del positivismo histórico estableciendo
un método de investigación exhaustivo y concreto pero a la vez con una sintaxis
fácil de comprender. Las notas al calce ayudan a darle veracidad a lo que se
plantea. Morales Carrión rompe con las ideas expuestas por la generación de 30
en especial con lo expuesto por Pereira en su obra Insularismo. En donde Pereira plantea que el puertorriqueño ha
estado aislado en términos de su crecimiento social lo que ha llevado a que se
refleje esta condición a través de nuestra historia como colectivo social.
En obras como Auge
y decadencia de la trata negrera en Puerto Rico 1820-1860 y El proceso abolicionista en Puerto Rico
ubica al historiador en una posición de precursor al igual que en el caso del
contrabando. Este tema se trata desde sus estudios diplomáticos donde le da
énfasis a los elementos geopolíticos.
Recordemos que las narraciones de lo histórico no
ocurren de forma unánime. La ideología y el contexto social del narrador van a
definir la perspectiva desde los que se narran los acontecimientos de
relevancia en los deseos voluminosos de las sociedades. Puerto Rico no es la
excepción.[14]
Morales
Carrión continúa el perfil tradicional del discurso que inicio Salvador Brau y
que siguiera Pedreira y Blanco lo cual se percibe claramente en su ensayo
titulado: Ojeada al proceso histórico de
Puerto Rico (1950), interviene en el debate iniciado en los 30 sobre la
esencia del ser puertorriqueño. Su motivación fue de corte criollista.
Reacciona a la posición de “algunos extranjeros” que con “un criterio” en
extremo superficial han venido a negar la realidad de esa cultura y aun de
nuestra historia. El escrito fue realizado para un público hispano. En términos
metodológicos continuó el género del ensayo. En esta obra lo que buscaba era
mostrar la evolución de nuestro pueblo, a la vez establecer continuidades.[15]
Ejemplo
de lo antes mencionado se observa en la generación del ’50, ya que produce libros de texto que llegan a
las escuelas del país entre esto el del aguadillano, José Luis Vivas Maldonado,
Historia de Puerto Rico. Este libro
de texto fue el que sustituyo el libro de Paul Miller de 1922, Historia de Puerto Rico, en las escuelas
del sistema público. La estructura del libro es de seis unidades que a su vez
está dividido en 25 capítulos. Al final de cada capítulo los estudiantes hallaban
una serie de preguntas y ejercicios que le ayudaban en el aprendizaje del
material. Una preocupación del autor era ensenar una visión clara y continua de
nuestra historia. El libro posee ilustraciones y mapas que ayudan al lector entender
los capítulos lo cual le convierte en un precursor del profesionalismo de la
historia .
Si se
compara el libro de Arturo Morales Carrión y el de José Luis Vivas Maldonado encontramos varias
diferencias, primeramente, uno escrito por un profesor universitario, Morales
Carrión, y el otro por un maestro, José Luis Vivas Maldonado. Este detalle nos
lleva a plantearnos que la narrativa fue presentada de manera diferente. En el
caso de la obra de Vivas Maldonado, este no solamente presenta ilustraciones,
sino que incluye material de práctica para comprobar el conocimiento. Ambos
libros siguen las líneas metodológicas y técnicas de sus predecesores tales
como: Salvador Brau y Cayetano Coll y Tosté, el positivismo . Lo que
si se ve claro es las líneas ideológicas de los autores. Morales Carrión
respondiendo a la ideología que estaba
en el poder y realiza el libro por un encargo. Vivas Maldonado responde a una
necesidad que observo al ser maestro de la sala de clases.
Otro
historiador de la generación en estudio que dejo huellas en nuestra
historiografía puertorriqueña, por su obra magna, es Lidio Cruz Monclava.[16]
Tuvo a su haber, la Historia de Puerto
Rico que se comenzó a publicar en 1952 y que se completó en 1964. Se debe
mencionar que mientras redactaba la obra antes mencionada escribía otras, la Noticia y pulso del movimiento político
puertorriqueño (1808-1898)[17]. En
1960 escribió junto a Reece Bothwell una obra titulada Los Documentos, ¿Qué dicen?, que es de gran utilidad. Además de los
Documentos en si se incluyen interpretaciones de los autores y de otros
escritores puertorriqueños.
Loida
Figueroa analiza la Historia de Puerto
Rico de Cruz Monclova y establece que difieren de sus obras menores tales
como Historia del año 1887 y de la
biografía que hace de Baldorioty de Castro, publicada en 1966. Sin dejar de ser
documentadas, estas obras pueden llegar con más facilidad al lector promedio
mientras que la Historia puede ser y
es una obra de consulta a nivel académico o universitario. En categoría de
consulta esta también la compilación que hizo este autor de las Obras Completas de Luis Muñoz Rivera, y
que se publicaron entre 1964 a 1968.
No
cabe duda que la obra de Lidio Cruz Monclova se destaca por la exactitud y la
precisión con las cuales se acerca a los cuentos más relevantes de nuestra
historia. La investigación que realiza sobre la historia de Puerto Rico durante
el siglo XIX es considerada su obra máxima, pues abarca todas las facetas de
nuestra historia como pueblo: la educación, la salud pública, el comercio, el
periodismo, las costumbres, la agricultura, la industria, etc. La obra de Lidio
Cruz Monclova es la de mayor importancia después de la publicada por Salvador
Brau en 1908, dedicada al desarrollo de Puerto Rico durante las primeras cinco
décadas de la colonización en la isla. .
Por otra parte hay que indicar que
otro destacado estudioso del saber histórico fue Aurelio Tio[18].
Su formación profesional de ingeniero le facilito el estudio de los viajes y
aspectos de la historia puertorriqueña enfocada en el Caribe. Un buen ejemplo
fue el estudio que realizara sobre los viajes colombinos donde los cálculos
matemáticos le ayudaron a reconstruir las azarosas rutas del Almirante. De
igual manera fue acucioso investigador rastreando el lugar del desembarco de
Cristóbal Colón en Puerto Rico.
Aurelio
Tió dedico mucho de su talento y energía al estudio de las culturas aborígenes
de Puerto Rico, así como a la fundación e historia de su población natal, la
ciudad de San Germán.
Uno de los libros de Don Aurelio Tió, en el cual se
observa claramente su metodología, es: Nuevas
Fuentes para la Historia de Puerto Rico[19].
Cabe agregar que el libro lo redacto por entretenimiento no por encargo, fue un
simple pasatiempo. En esta acción, Tió encuentra que nuestra historia está
llena de controversia y él buscaba los documentos para aclarar las
controversias y que no se siguiera repitiendo lo mismo una y otra vez. Entre
las controversias que se aclaran en el libro mencionaremos tres:
- Que el desembarco por los descubridores de Puerto Rico en el segundo viaje de Cristóbal Colón fue por la Bahía de Aguada y no por la Bahía de Añasco. Argumentó Tió que la flota descubridora anclo en un puerto que luego se llamo “El Aguada” y también “Puerto de los Pozos” pero estaba localizada geográficamente en Añasco y no en la actual Bahía de Aguada-Aguadilla. Obsérvese bien que no niega el hecho que Colón arribara a nuestras costas por el “nombrado “Puerto de los Pozos” o el “Puerto de la Aguda”. Sino que afirmó que fue por un puerto con cualquiera de dichos nombres. Lo que alegaba en esencia es que ese nombre fue aplicado originalmente a la bahía en la desembocadura del rio Guarabo y no a la actual bahía Aguada-Aguadilla, aunque esta fuera también usada como aguada poco después.
- Que Guaybana fue muerto por Juan de León, arcabucero, en batalla de Yagueca. Argumentó Tió que no fue así, sino que fue nombrado jefe supremo de una alianza de tainos y caribes y que en 1515 su sobrino hizo una oferta de paz pero luego la retiró.
- Que el primer poblado cristiano en Borinquén fue Caparra, aun cuando lo lógico era que se estableciera en el único puerto conocido desde el descubrimiento de Borinquén. Alega que fue el poblado de “Aguada” denominado luego San Germán, en las colinas de Piamonte que caen al mar en la bahía de Añasco, llamadas Cerros de San Francisco, de la Cadena, de Atalaya, de Calvache o de Rincón.
Este libro antes descrito, es utilizado por el autor
para divulgar los documentos que utilizo para su primer libro que fue:
Fundación de San Germán y su significado en el desarrollo político, económico y
social y cultural de Puerto Rico (1956). Sin ser historiador realiza la faena
de forma excelente ya que publica una gran diversidad de artículos en diversas
revistas.
Otro autor de esta generación que no podemos olvidar
por lo majestuosa que es su obra, tanto así que muchos lo llama el Padre de la
Cultura Puertorriqueña, es Ricardo Alegría[20]
.Desde su ingreso a la Universidad de Puerto Rico y la fundación de la revista
Caribe, emprendió oficialmente lo que sería su monumental y titánica gesta
cultual en un momento en que Puerto rico experimentaba una transición dentro de
un escenario de norteamericanización. Emergió entonces como un baluarte impulsador
del enfoque puertorriqueño. Jamás cayo en la politización del tema cultural,
pues ante todo era un investigador motivado exclusivamente por su genuino interés
académico y su idea de que para apreciar lo nuestro, primero tenemos que
conocerlo. En el área de publicaciones tiene la cantidad de 22 libros, a esto
hay que añadir que dejo material inconcluso. No cabe duda que uno de sus temas
favoritos fue el de los indios ya que se ve el interés que esto le despertaba
en varias de sus obras: Cacicazgo entre
los aborígenes de las Indias Occidentales (1947), La población aborigen antillana y su relación con otras áreas de América
(1948): Historia de nuestros indios
(1950). Este último libro se utilizó en nuestras escuelas. Su objetivo era
hacer conocer a los niños cómo fueron los indios tainos, desde su físico, su
vivienda, sus costumbres. En la obra podemos apreciar el uso de ilustraciones que
ayudan a los niños a tener una experiencia visual con nuestros aborígenes. Cabe
mencionar que sus estudios etnográficos y antropológicos fueron fundamentales
al momento de redactar de forma sencilla y de fácil compresión textos que
serían leídos por niños.
La gesta cultural de don Ricardo Alegría le fue
reconocida por una inmensidad de premios que le fueron otorgados. Entre ellos
cabe mencionar algunos; Premio Nacional de Historia conferido por el Ateneo Puertorriqueño
(1942), Premio George Mcneny conferido por la Academica Historical Presevation
Society en 1970, Destacado Humanista del Año 1990 por la Fundación Puertorriqueña
de las Humanidades, también le fueron conferidos varios doctorados honoris
causa tanto a nivel internacional como local. Entre estos, uno de Harvard
University de Nueva York, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Universidad
del Sagrado Corazón y la Universidad del Turabo.
Los
historiadores extranjeros
En la generación del ‘50 hay que añadir la presencia
de extranjeros. Estos también contribuyeron en el quehacer historiográfico de
Puerto Rico. Entre estos se puede mencionar la figura de Sebastián Gonzales
García[21] quien
llego a la isla exiliado de la Guerra Civil Española. Entre sus escritos se
encuentran: Notas del gobierno y los
gobernadores de Puerto Rico siglo XVII.
Entre las lecturas realizadas encontramos una que nos
pareció muy curiosa además de interesante. Una comida de gala en la Fortaleza
hace 200 años. Las descripciones son tan minuciosas que dan la impresión que se
está en el lugar.
Otro estudioso que colabora en el quehacer
historiográfico puertorriqueño fue Aurelio Tanodi[22].
Entre los escritos de Tanodi se encuentra un título: “Onomástica indígena de
Legajo Contaduría num.1072”. Este legajo es de índole económico y está
relacionado con la Real Hacienda en
Puerto Rico preferentemente entre los años 1515 y 1518; se compone de unos 730
folios. La mayor parte del texto contiene redición de cuentas que se ha tomado
posteriormente al año 1518 a los herederos del difunto tesorero Andrés de Haro
y al factor Baltasar de Castro. Estas notas tratan de cargas y descargas o
datos del manejo de la Real Hacienda del movimiento del oro, perlas, y objetos
preciosos de la administración de las minas y de las haciendas y granjerías
especialmente en Toa y Otuao, de diversas clases de ingresos por impuestos o
derechos debidos a la Corona.
Para el estudio de la cuestión indígena el legado
ofrece algunos aspectos económicos de interés: donde y cuando han trabajado los
indios en la real hacienda que se les ha dado en conceptos de recompensas o
manutención tanto en víveres como ropas, vestuarios entre otras. Se describe el
trabajo del indio.
Estudiar la economía del siglo XVI es sinónimo de
tener que utilizar los escritos de Aurelio Tanodi obra que el Centro de
Investigaciones continuo en su quehacer investigativo. Este lo continuaron en
ocasión de conmemorarse el Quinto Centenario de la Conquista y Colonización de
la Isla de Puerto Rico, el historiador –paleógrafo Dr. Jose Cruz de Arrigoitia
asumió, junto a Josué Caamaño, auxiliar de investigaciones del Centro de Investigaciones
(CIH) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), y dos estudiantes del Programa
Graduado de Historia de la UPR, revisar una obra que llevaba más de cuatro
décadas depositadas en el CIH, como borrador inconcluso. El proyecto en
cuestión correspondió al segundo volumen de los Documentos de la Real Hacienda
de Puerto Rico (1510-1545). Recayó en
Cruz Arrigoitia la responsabilidad de corregir y aumentar el borrador que tomo
forma final.[23]
Historiadores
religiosos
La
pluma de los religiosos también fue prolifera en la generación de 50. Hacemos
referencia a Vicente Murga Sanz y Álvaro
Huerga. Monseñor Vicente Murga Sanz fue en 1956 uno de los fundadores y primer
rector de la Universidad Católica de Puerto Rico, hoy Pontificia Universidad Católica,
inicio con la publicación de su Historia
Documental de Puerto Rico. Este era un proyecto sumamente ambicioso que él
contemplaba en 25 volúmenes. Durante el periodo de 1956 al 1964, Murga logro
publicar cuatro volúmenes de la Historia.
El primero de estos lo dedicaba al Cabildo
de la ciudad de San Juan de Puerto Rico durante el periodo de 1527 al 1550.
El juicio de residencia como institución y en especifico el juicio de
residencia del gobernador Sancho Velázquez (1519-1529) es el tema del segundo
volumen publicado en 1952. Los tomos III y IV que fueron los últimos publicados
por Murga son dos valiosos cedularios: el primero abarcando el periodo de
1505-1517; y el segundo cubre los años de 1518-1525. Aurelio Tió describe el
estilo de Monseñor Murga como uno claro, con un vocabulario sencillo, sumamente
documentado, metódico, objetivo, pero no neutral. En ocasiones intercala
explicaciones, las cuales considera muy eruditas y filosóficas.[24]
El
fallecimiento de Murga en 1976 forzó la suspensión temporal de la publicación
de la Historia Documental.
Afortunadamente los archivos del investigador fueron legados a la Pontificia
Universidad Católica de Puerto Rico, quien encargo al padre Álvaro Huerga la
labor de continuar publicando los trabajos de Murga. A partir de 1986 se inicia
la serie de publicaciones con el tercer volumen del Cedulario Puertorriqueño
(1526-1528) al que han seguido los volúmenes del Episcopologio Puertorriqueño
(1987-1994) que abarca todos los obispos de Puerto Rico desde Manso hasta
Mínguela, ultimo obispo bajo el gobierno español.
Los
autores religiosos siguen las mismas líneas metodológicas que los académicos:
el positivismo, y el estudio de las instituciones tales como el cabildo y la
justicia. Estos historiadores añaden en sus investigaciones el tema de la
iglesia en la historia.
Las
mujeres en la historiografía puertorriqueña del 50
Las
mujeres en la historiografía puertorriqueña del 50 tomaron un papel esencial.
Entre las féminas que se destacaron se distinguen las siguientes: Loida
Figueroa, Aida Caro Costas e Isabel Gutiérrez del Arroyo.
La historiadora yaucana, Loida Figueroa[25], presenta
en sus escritos una variedad de temas, entre estos El desarrollo de la conciencia política de Puerto Rico en el siglo XIX;
que fue su tesis de maestría y Puerto
Rico ante la oferta de las leyes especiales por España, que fue su trabajo
doctoral. Una de sus obras más conocidas es Breve
historia de Puerto Rico, investigación a la que dedico los mayores
esfuerzos de su quehacer intelectual y sin duda alguna, es una de sus más
importantes contribuciones a la historiografía puertorriqueña. Este libro ha
sido editado innumerables veces, convirtiéndose así en consulta obligada para
los estudiosos de nuestra historia. Es curioso que el libro tiene el titulo Breve, pero son tres tomos. Entendemos
que esto es así por sus modelos teóricos positivista. En la Breve Historia de Puerto Rico ella
periodiza los tomos. El primer tomo cubre desde sus comienzos hasta 1800 y el
segundo tomo llega hasta 1892. Al igual que los demás historiadores de su época
ellos llegan hasta el siglo anterior al cual estaban viviendo. El tercer tomo
labora 1892-1900. La historiadora lucha como lo hicieron los próceres
decimonónicos en pro de la independencia de su nación.
Otro aspecto que se observa es el desarrollo del romanticismo,
específicamente en sus poemas donde también se aprecian sus ideales.
Hablando de poemas, en nuestra investigación
encontramos una poesía que describe claramente quien fue y que contribuciones
realizo a nuestra patria y al mundo de las letras incluyendo la historiografía.
El poema fue escrito por: Alexandra Pagan Vélez cuando era estudiante del
Recinto Universitario de Mayagüez y citamos:
En el Callejón de
la Amargura
Doña Loida
comprendió
Que la historia y
la libertad
Eran empresas de
aspiración
No sin luchar con
empeño
Sus sueños logró
Y con gran
agradecimiento
Su conocimiento compartió
y su literatura
regaló
con visionaria
docencia
que nunca delegó
Era que ella sabía
que las letras y
la historia
nos hacen conocer
mejor
nuestras vidas
y nuestro terruño
para exaltarlo con
amor
y es Dona Loida
vivo ejemplo
del poder de
convicción.
Otra historiadora que se
distinguió en la generación del 50 fue Aida Caro Costas. Entre sus obras esta
la Antología de lecturas de historia de Puerto Rico (siglo XV – XVIII). En esta
obra se reúnen: documentos, monografías y selecciones jurídicas del
descubrimiento y del dominio de América por la corona castellana; el
descubrimiento de Boriquén; pueblos aborígenes que se asentaron en el ámbito
insular; principios rectores y problemas en el proceso colonizador; elementos
étnicos que intervienen en la formación de la sociedad puertorriqueña; perfiles
de la problemática económica; la estructura política administrativa, el orden
militar, costumbres y manifestaciones culturales.
El libro está dividido en cinco partes, las mismas están
divididas en dos secciones excepto la última. La sección A corresponde a Documentos
(capitulaciones, Bulas, Cartas, Relaciones o Descripciones Geográficas, Reales
Cedulas, Ordenes, Despachos, Provisiones, Ordenanzas, Informes, Memorias,
Bandos, Reglamentos) y en la sección B comprende monografías y selecciones de
obras (fragmentos y capítulos). Al final de cada una de las reproducciones se
indican el origen o procedencia de la misma.
Un elemento digno de admirar de esta Antología es que
ayuda al lector a conocer los documentos con facilidad gracias a la labor de
Caro Costas de modernizar los documentos y redactarle notas marginales.
Otra gran mujer que se distinguió en nuestra
historiografía fue Isabel Gutiérrez del Arroyo, la cual dedico más de cincuenta años al quehacer
historiográfico puertorriqueño. Su compromiso fue inquebrantable al contribuir
en el rescate de la memoria histórica de la isla, de fortalecer la esperanza y
la voluntad de la lucha ciudadana de sus compatriotas en educar para la
libertad. Carmelo Delgado Cintrón la describe:
“Pero no son sus dotes de maestra, las únicas que
posee nuestra ilustre compatriota, pues además de ser una de las primeras
formadoras de la juventud universitaria, la doctora Gutiérrez del Arroyo es
una sino la primera investigadora científica
del país. Ciertamente es una de las
grandes científicas de nuestra América. Rigurosidad, dedicación. Amplitud
de horizontes, conocimientos profundos de la bibliográfica, serenidad y
trabajo duro, constituyen algunas de las
características de su valer como investigadora científica.[26]
La mencionamos ya que en su quehacer histórico sigue
las líneas metodológicas utilizadas por toda la generación positivista. Entre
su obra la cual es inmensa cabe mencionar la rescatada por el CIH, en las
cuales destaca el primer volumen dedicado a El
Reformismo Ilustrado el cual se público por primera vez en 1953, es una
edición conjunta de Asomante y el Colegio México. Es sin duda, un clásico
historiográfico puertorriqueño. En él se expone la llegada gradual a la Isla de
las reformas borbónicas en el último tercio del siglo XVIII y su asentamiento
palpable y definitivo durante el primer tercio del siglo XIX, momento que
concentra históricamente las doctrinas relacionadas a la política, la economía y
lo social del despotismo ilustrado. Su análisis parte de precedentes
ideológicos y teóricos de la ilustración: sus aspiraciones y propósitos y los
medios para lograrlos. Abunda sobre la nueva concepción del estado absolutista
ilustrado en España y la reorganización administrativa, jurídica y económica.
La obra es minuciosa, detallada y con vocabulario que
el lector puede entender.
El
Instituto de Cultura Puertorriqueña
Entre las Políticas Culturales de Puerto Rico
fue creado por la Ley 89, el 21 de junio de 1955 e inicio sus funciones en
noviembre de 1955 se encuentra el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). El
proyecto legislativo de su creación fue radicado en la Cámara de Representantes
por su Presidente el Lic. Ernesto Ramos Antonini, gestor de la medida y
co-fundador del ICP y del Partido Popular Democrático. La exposición y defensa
estuvo a cargo del Representante Jorge Font Saldaña. Su primer Director
Ejecutivo fue el Dr. Ricardo Alegría, mas su Junta de Directores estaba
compuesta de José Buitrago, Arturo Morales Carrión, Enrique Laguerre, Teodoro
Vidal, Salvador Tió y José Trias Monge,
Eugenio Fernández Méndez y Luis Muñoz Marín.
En
términos generales, la estructura organizacional del Instituto responde a las
funciones que la ley le asigna. Varios programas atiende los siguientes
aspectos especializados de la cultura: fomento de las artes, las artes
plásticas, el arte popular, la arqueología, los museos, y el arte popular, las
zonas históricas, la música, la danza, el Archivo General y la Biblioteca
General y extiende su gestión de promoción cultural por toda la Isla, a través
de los Centros Culturales, organizaciones autónomas en los pueblos.
Otros logros que se pueden mencionar del ICP bajo la
dirección de Don Ricardo Alegría y que caben mencionar son: la propuesta a la Legislatura
para que mediante ley se excluyeran de contribuciones los proyectos de mejoras
a estructuras históricas en el caso del Viejo San Juan y para prohibir la eliminación
o alteración de su Arquitectura . Encomendó a especialista la creación de los
primeros textos educativos sobre Puerto Rico que se utilizarían en el Departamento
de Instrucción Pública. Combatió los intentos de que se impulsara el inglés
como uno de los idiomas oficiales de Puerto Rico. Realizo fructíferas gestiones
en pro de la conservación y exposición de las tradiciones populares negras
inspiradas en la artesanía. Estableció el Programa de Zonas y Monumentos
Históricos de Puerto Rico. Restauro la Plaza Ceremonial Indígena de Utuado y el
Convento Porta Coeli, Casa Natal de José Celso Barbosa, Fuerte Vieques, estableció
el Programa de Museos y Parques de Puerto Rico que cobijarían al Museo y Parque
Arqueológico en el Centro Ceremonial Indígena . Fundo en 1958, La Revista del Instituto de Cultura
Puertorriqueña .
No cabe duda que dio la vida y puso en acción el
quehacer cultural por toda la isla mediante el ICP y otros mecanismos.
Conclusión
Consideramos que el avatar más significativo que tuvo
la generación del 50 en términos educativos fue que logró profesionalizar los
estudios históricos en Puerto Rico. Por otro lado, las producciones de la
generación del 50 ayudan a cualquier historiador del siglo XXI a tener un buen
comienzo en sus investigaciones. Es decir, ellos continuaron con la obra
comenzada por las generaciones que le antecedieron y continuaron la misma
metodología comenzada desde Salvador Brau.
Fueron la generación que respondió a las políticas
culturales del momento. Por otro lado dejaron importantes reposorios históricos
tales como: Centro de Investigaciones Históricas, El Archivo General de Puerto
Rico y nos atrevemos a mencionar en esta categoría al Instituto de Cultura por
su gran trabajo bajo la dirección de don Ricardo Alegría que ayudo a expandir
el estudio de la cultura y la historia a los municipios con creación de los
centros culturales.
Los temas de investigación de la generación del 50
llegaron hasta nuestras escuelas nos referimos a los libros de don Ricardo Alegría, Arturo Morales Carrión
y José Luis Vivas Maldonado fueron parte fundamentar del currículo de los
estudios sociales y la historia en cada uno de ellos.
Esta generación fue tan diversa como gallarda; en ella
trabajaron personas de diversa ideologías políticas: estadolibristas, nacionalistas
e independentistas. Pero su fin fue el dejar huellas en la historiografía del
país. Ese logro no se los quita nadie.
Loida Figueroa cataloga a esta generación como una
revisionista ya que ellos retoman temas, ya antes estudiados, ampliándolos y
añadiéndoles fuentes documentales que aumentaron y facilitaron el desarrollo de
la historiografía puertorriqueña.
La
profesionalización de la historia se ha demostrado efectivamente .Mediante la
investigación que se realizo se encontró dentro de los trabajos de la
generación del 50’ que todo que publicaron estuvo intensamente investigado y
concienzudamente preparado. No importa si fueron hombres , mujeres o religiosos
, todos con teorías positivistas , centraron sus esfuerzos en realizar un
trabajo profesional , que ha servido de ejemplo a los trabajores que han
realizado historiadores de hoy . La generación del 50’recibióla ayuda y apoyo
del gobierno, como mencionamos antes , ya que mediante una ley presentada por
el Representante Jorge Font Saldaña creando el Instituto de Cultura con su
primer Director Ejecutivo , Dr. Ricardo Alegría y un grupo de distinguidos ciudadanos
, José Buitrago, Arturo Morales Carrión, Enrique Laguerre , Teodoro Vidal ,
Salvador Tío y Jose Trias Monge , Eugenio Fernández Méndez y Luis Muñoz Marin ,
logran darle apoyo necesario a la profesionalización de la historia . Se han
escrito y publicado muchos libros de historia durante la década del 50’ otros
que no se pudieron publicar en aquel momento han sido continuados y publicados
posteriormente .
A todos esos buenos historiadores que trabajaron
durante la década del 50’ que marcaronun hito en la profesión del historiador ,
que con sus investigaciones de trabajos realizados en generaciones anteriores .
trabajos que a su vez investigaron minusiosamente , probando los hechos con
documentación valida y que lograron hacer la investigación de la historia la
base de la profesionalización de esta
Bibliografía
Fernández Méndez, Eugenio. Crónicas de Puerto Rico,
Editorial Universidad de Puerto Rico, San Juan, 1969.
Gutiérrez de Arroyo, Isabel. “Desde la Memoria del
Melgarejo hasta el Boletín Historia (1914-1927)”, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San
Juan, Puerto Rico, 1957.
Cruz Monclova, Libio. Historia de Puerto Rico,
Editorial Universitaria (3 Tomos), 1952 a 1964.
Morales Carrión, Arturo. Puerto Rico and the no
–Hispanic Carribbean. A
study in the decline of spanish exclusivism, University of Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico, 1952.
Morales Carrión. Albores históricos del capitalismo en
Puerto Rico. Rio Piedras, Puerto Rico: Editorial UPR, 1972.
Morales Carrión, Arturo. Historia del pueblo de
Puerto Rico: desde sus orígenes hasta el siglo XVIII. San Juan,
Puerto Rico: Editorial Cordillera, 1974.
Morales Carrión, Arturo. Puerto Rico y la lucha por
la hegemonía en el Caribe: colonialismo y contrabando (siglos XVI – XVIII).
Rio Piedras, Puerto Rico: Centro de Investigaciones Histórico. Editorial de la
UPR, 1995.
Murga Sanz, Mon. Vicente. El Consejo o cabildo de la
ciudad de San Juan (1527-1550), tomo I. Rio Piedras, Puerto Rico. Editorial
Plus Ultra, 1956.
Murga Sanz, Mon. Vicente. El juicio de residencia:
instrumento de control democrático. El juicio de residencia del licenciado Sánchez
Velázquez, 1519 – 1520. Santander, España: Aldus, 1957.
Murga Sanz, Mon. Vicente. Cedulario puertorriqueño
I (1905-1517). Rio Piedras, Puerto Rico: Editorial de la UPR 1964.
Murga Sanz, Mon Vicente. Cedulario puertorriqueño
II (1518-1525). Rio Piedras, Puerto rico: Editorial de la UPR 1964.
Murga Sanz, Mon Vicente. Cedulario puertorriqueño
III (1526 -1528).Ponce, Puerto Rico: Universidad Católica de Puerto Rico,
1986.
Murga Sanz, Mon Vicente y Álvaro Huelga. Episcopologio
de Puerto Rico, tomo I- D. Alonso Manso: primer obispo de América, 1511-1539.
Ponce: Universidad católica de Puerto Rico, 1987.
Tanodi, Aurelio. Documentos de la Real Hacienda de
Puerto Rico, vol. I (1510 -15190. Rio Piedras: Centro de Investigaciones
Históricas, UPR, 1971.
Bothwell González, Reece. Puerto Rico: Cien años de
lucha política Rio piedras: Editorial Universitaria, Universidad de Puerto
Rico, 1979.
Caro Costa, Aida R. Antología de lecturas de Historia
de Puerto Rico (siglos XV- XVIII). Barcelona: Manuel Pareja, 1980.
Gutiérrez del Arroyo, Isabel. Los reformismo, los
trato en Puerto Rico. México: El Colegio de México, 1953.
Alegría, Ricardo E.ed. Temas de la historia de Puerto
rico. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1988.
Alegría Ricardo E.ed Aurelio Tio: homenaje al
historiador y líder cívico, ensayos sobre su vida y obra e historia y cultura
de Puerto Rico. San Juan de Puerto Rico: Centro de Estudios Avanzados de Puerto
Rico y el Caribe, Academia Puertorriqueña de la Historia.
[1]
La literatura refleja claramente lo antes dicho con el Diario de Ann Frank lo cual es testimonio del quehacer del momento
reflejado en una memoria histórica.
[2]
Fernando Bayron Toro. Elecciones y partidos políticos en Puerto Rico (1808
-1976), Mayagüez, Puerto Rico.
Editorial Isla, 1977, pág. 100.
[3]
El Proyecto Operación Manos a la Obra marcó en 1947 el comienzo de una nueva
etapa de planificación industrial con el capital externo y en las exenciones contributivas.
El origen del programa fue la Ley de Incentivos Industriales que se aprobó ese
mismo año y que se apoyaba en la exención de impuestos federales que ya existían
en la Isla bajo el artículo 9 de la Ley Jones. Además, la sección 931 del Código
de Rentas Internas, ya establecía la exención de impuestos federales a las
Corporaciones establecidas hasta el momento en que se repartieran sus ganancias
al continente. (Disponible en encyclopediapr.com).
[4]
En el cambio de abandonar los campos para trabajar en la ciudad los ciudadanos
construyeron casas que parecían cajones. Muchas veces los colocaban en zonas
que habían manglares. El hedor y la suciedad eran indescriptibles. El
analfabetismo, el hambre y la pobreza rampante, y la marginación social
enmarcaban la vida en el arrabal. (Arturo Bird Carmona, Puerto de Tierra, La Vida en el Barrio Obrero) Por otro
lado, muchos puertorriqueños buscaron un Nuevo porvenir abandonando la Isla.
Los estudios demográficos de José Vázquez Calzada demuestran que la emigración
del puertorriqueño a Estados Unidos ocurrida después de la Segunda Guerra
Mundial ha sido una de los fenómenos de mayor trascendencia en la historia de
Puerto Rico. Aun cuando ya desde principios del siglo XX ocurría alguna emigración
de puertorriqueños para 1944 solo habían dejado nuestras playas poco más de
70,000 individuos para un promedio de 20,000 por año. Entre 1945 a1949, sin
embargo emigraron 135,00 personas a un ritmo de 27 mil personas anualmente. En
1952 y 1953 emigran respetivamente 60 mil y 70 mil puertorriqueños las cifras
más altas registradas hasta esas fechas. Durante el periodo de 1950 – 1954 más
de 237 mil isleños se movieron a Estados Unidos, cerca de 47 mil por año. La
emigración bajó un poco después durante el próximo quinquenio (1955- 1959) aun
cuando 193 mil personas emigran. En total entre 1945 y 1959 más de medio millón
de puertorriqueños habían dejado nuestras tierras. (Juan Silén. Apuntes para la Historia del Movimiento
Obrero. Hato Rey , Puerto Rico , 1995, pág. 20).
[5] Henry Wells. La Modernizacion de Puerto
Rico . San Juan , Puerto Rico .
Editorial Universitaria , 1972
[6]
Julio Muriente en su libro: Ambiente y desarrollo en el Puerto Rico
contemporáneo impacto ambiental de la Operación Manos a la Obra en la Región
Norte de Puerto Rico. Análisis geográfico-histórico. San Juan ,
Puerto Rico . Editorial Gaviota , 2012 pag 50 .
[7] Ibíd pag . 65
[8] Ibíd pag 65.
[9]
Arturo Morales Carrión nace en el año 1913 en La Habana, Cuba y seis años más
tarde se radica permanentemente en Puerto Rico. Sus compañeros de estudios
primarios, intermedios y secundarios en las escuelas Hawthorn, Vila Mayo y
superior de la Universidad lo recuerdan por lo estudioso, serio y dedicado a
los libros a los que preferían sobre los juegos y deportes más propios de los
jóvenes de su edad. Eladio Rivera Quiñones, “Arturo Morales Carrión: Un
puertorriqueño de muchos mundos” en Arturo
Morales Carrión, homenaje al historiador y humanista. San Juan, 1989, pág. 11-26.
[10] María de los Angeles Castro
del Arroyo. “De Salvador Brau a la “novísima” nueva historia un replantamiento
y una critica en el mismo”. Op.cit. num.
4 1988-1987. Pag. 24-55.
[11] Carmen Santiago . El Gobierno
de Puerto Rico . San Juan : Editorial Universitaria , 1970 pag. 40
[12] Luis González
Vales, María Dolores Luque. Historia de Puerto Rico. Ediciones Doce
Calles. 2010.pag 50
[13] Arturo Morales Carrion . Historia del pueblo
de Puerto Rico : desde sus orígenes hasta el siglo XVIII . San Juan , Puerto
Rico : Editorial Cordillera 1974 .
[14] Francisco
Pensante. “Libros clásicos de la Historia de Puerto Rico. Disponible en www.historiapensanteblogpot.com.
Recuperado 2 de octubre de 2015. Nuestros historiadores de la generación del 50
se distinguen por estadolibristas, nacionalistas e independentistas.
[15] María de los Ángeles Castro. “De Salvador Brau hasta la “Novísima”
historia: un replanteamiento y una crítica”. Op Cit. Núm. 4. 1988-1989. Pág.
24-55.
[16] Historia de Puerto Rico de Lidio Cruz Monclova está compuesto por seis tomos divididos en
siete volúmenes. En ellos se laboran, en forma exhaustiva, el siglo XIX.
[17] Este libro lo redacto con la colaboración de Antonio Colorado.
[18] Nació en
San Germán el 23 de marzo de 1907, hijo de Juan Tió Malaret y Laura Nazario de
Figueroa. Estudio las primeras letras en su pueblo natal y en la Escuela
Superior en el Instituto Politécnico y en Wyoming Academy en Pensilvania. Se
graduó de ingeniería civil de la Universidad de Syracuse en 1928.
[19] Este libro
gano premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña.
[20] Nace un 14
de abril de 1921 y muere un 7 de julio de 2011, Se ganó un sitial ante los
inmortales. Por siempre se le admirará por ser el protector y promotor cultural
más importante de nuestro país. Sus aportaciones radican en sus luchas en pro
de la conservación del patrimonio histórico. Tuvo la valentía de comprometerse
con su momento histórico sin jamás pecar de sensacionalista y siempre con
diplomacia, elegancia y ética. Fue una figura que se destacó como antropólogo,
arqueólogo, historiador, periodista y sobretodo gestor cultural.
[21] Doctor en
filosofía y letras por la Universidad de Madrid, fue catedrático en la
Universidad de Compostela de 1929-1936. Desde 1939 perteneció al claustro de la
Universidad de Puerto Rico donde dicto cátedra de historia de arte y
arqueología y ha desempeñado los cargos de decano de Humanidades (1943-1961).
Escribió para la Revista de Indias y para la Revista de Historia de la
Universidad de Puerto Rico. Él era oriundo de Galicia, España, llega a Puerto
Rico como resultado de la Guerra Civil, colaboro en la fundación del Coro,
Seminario de Estudios de Puerto Rico y realizo excavaciones arqueológicas.
[22] Nació en Zagreb en 1914, licenciado y doctor en historia por la
Universidad de su ciudad natal, completó estudios de historia, paleografía y
archivística en importantes archivos europeos. En 1948 se radico en
Argentina donde ocupo diversas cátedras
en materia a su especialidad. Además de Director de la Escuela de Archiveros de
dicha Universidad, fue investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas de Argentina y Presidente del Comité de formación profesional del
Consejo Interamericano de Técnico sobre Archivos. De sus investigaciones en
diversos países europeos y americanos son fruto numerosos libros, monografías y
artículos sobre diversos temas históricos.
[23] María Margarita, Flores Collazo. “Aurelio Tanodi, comp 2001.
Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico”. Edición corregido y aumentado
por José Cruz Arrigotia. Et. Al. San Juan, Edición Puerto. En Carribean
Studies. Vol. 32, no.1 Jan-June 2010.
[24]Aurelio Tío
. Boletín
de Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico. Tomo XI núm. 1-2. 1975. San
Juan, Puerto Rico
[25] Loida Figueroa abogo apasionadamente por la
independencia de Puerto Rico. Fue fundadora del Movimiento Pro
Independencia(MPI), del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), de cuyo Comité
Central fue miembro destacada, y del Movimiento Independentista(NMIP)
[26] Carmelo Delgado Cintrón. “Homenaje a la Historiadora Isabel Gutiérrez
del Arroyo”. Revista del Centro de Estudios Avanzados, San Juan, PR. Núm. 6
enero-junio pág. 33
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